FILOSOFIA


El proyecto Turismo raro se quiere incrustar, desde el hazlo tú mismo, dentro de los mecanismos creados por las industrias de la cultura y del turismo. Pero Turismo raro no alberga ánimo de crítica. Más bien su idea es, desde una posición nihilista, formar parte de esa realidad intentando dar respuesta a la demanda de entretenimiento cultural que las nuevas políticas culturales cimentadas en criterios socioeconómicos han generado. Y con esa finalidad hemos credo una guía turística “alternativa” que fuimos abandonando por las calles y de Madrid. Y un mapa. Recogiendo los siguientes itinerarios turísticos raros pergeñados para la ocasión:


Animales disecados: Madrid es una de esas ciudades en las que se integra sin problemas lo moderno con lo tradicional: es normal encontrarse un edificio de diseño al lado de viejos comercios típicos que han pasado de generación en generación. Lo castizo sigue teniendo su posición destacada en el pódium de muchos bares y locales; tradiciones con un cierto toque rancio que nos descubren costumbres de un pasado no demasiado lejano. Entre ellas, los trofeos de caza, animales disecados con mayor o menos destreza: zorros, lechuzas, osos polares… Toda una fauna esparcida por la ciudad, que nos observa con sus ojos de vidrio desde las estanterías y paredes de bares, tiendas, garajes, gasolineras y hasta copisterías. En su día, representaban el orgullo del depredador; hoy los vemos como meros elementos de estética kitsch. En esta ruta nos encontraremos criaturas de todo tipo fuera de su hábitat natural, algo que define muy bien esta capital, compuesta en su mayoría por gentes foráneas. Un gran museo de Ciencias Naturales en la calle.


Arte urbano: Tradicionalmente, guías, mapas y folletos han venido bombardeando al paseante con lo perenne, con aquello que o bien ha permanecido inalterable durante los siglos pasados o bien ha sido diseñado, concebido, construido para permanecer durante los que vendrán. El arte urbano no cumple los requisitos del turismo tradicional: no ha sido creado para maravillar al extranjero, ni representa la historia de la ciudad, pero sin embargo sí es la expresión artística que personifica la cotidianeidad y el día a día de las ciudades. Y aunque si uno se descuida puede quedarse sin verlo, ya que a menudo desaparece a las primeras de cambio, hay obras, intervenciones, acciones, que permanecen. Son los que “Arte urbano” pretende mostrar en su recorrido por Madrid. 


Rótulos de pequeños comercios: La agresiva expansión de las grandes superficies, las cadenas de grandes marcas y los negocios franquiciados ha ido relegando progresivamente a los pequeños comercios tradicionales de nuestras poblaciones a un segundo plano en los hábitos de consumo de los ciudadanos. Esta pérdida de importancia económica se evidencia también en la disminución de su presencia física y, con ella, de su ocupación visual del espacio público. La apuesta estética y conceptual de los propietarios de establecimientos a la hora de encargar rótulos, colocar escaparates o decidir el aspecto de sus fachadas está siendo sustituida por la uniformidad, la repetición y la copia encargada por departamentos de imagen a grafistas que ni siquiera conocen los barrios donde se aplican sus diseños. En este recorrido, pretendemos mostrar un puñado de rótulos de comercios madrileños que sobreviven al paso del tiempo, siempre orgullosos de su incontestable individualidad.


Relojes de Sol: Dicen que “el tiempo no existe, que el tiempo son las cosas que te pasan”, sin embargo la humanidad siempre ha tenido necesidad de medirlo. La sombra que genera el Sol, fue durante muchos siglos la medida universal del tiempo. La sombra de un bastón incrustado en el suelo perpendicularmente (el gnomon) era la que señalaba los diferentes horarios… habían nacido los relojes de Sol. Estos relojes fueron evolucionando y han sido de muy diferentes tipos: verticales, horizontales, cilíndricos, ecuatoriales… En la actualidad su uso ha pasado a ser meramente decorativo aunque suelen pasar desapercibidos. Madrid tiene una amplia representación de ellos. 


Solares. Recorriendo los espacios de la autogestión. Los solares son nuevos espacios de oportunidad en los cascos urbanos consolidados. En estos momentos estos lugares se convierten aun más en lugares más estáticos de lo habitual. Por lo que posibilita el desarrollo de actividades temporales, en el periodo de barbecho inmobiliario. En la actualidad existe una corriente en el que se están poniendo en marcha procesos de cesión temporal de solares públicos a asociaciones y movimientos sociales. Nos interesa rescatar y visualizar estos espacios. En la actualidad encontramos el solar de esta es una plaza, el campo de la cebada, Antonio Grilo, o el de plaza castilla. A pesar de que los procesos y los contenidos de los espacios son muy diferentes todos ellos tienen un denominador común el modelo de gestión mediante la Autogestión. Por lo que usaremos este hilo conductor en el mapeado y recorrido vinculándolo a los centros sociales autogestionados. Visualizando de esta manera los lugares que desarrollan una actividad autogestionada en diferentes puntos de Madrid. 


El Madrid fantástico: La lista de autores que se han dedicado a ofrecer una visión fantástica de Madrid es muy inferior a los que han ofrecido una visión realista. Por eso mismo, es interesante compilarlos y comparar esta plasmación con lo que hay a pie de calle, donde a veces se entrevén los motivos por los que alguien ha podido imaginar una ruptura precisamente en ese sitio. El cómic, el cine, la literatura, o la televisión, nos ofrecen una vía de escape para realidad, sí, pero también una fina forma de crítica bajo un aspecto más atractivo y libre: calles con un número que no existe en el que se encuentra una torre subterránea, palés interminables de oro rodeados por un lago con anguilas eléctrica bajo Cibeles, parques con entramados subterráneos para celebrar Misas Negras, un OVNI sobre la ciudad, un parque de atracciones que acoge un horrible culto. 


Placas de calles: Madrid, saturada de calles dedicadas al catolicismo y apenas a valores culturales o naturistas, no tiene ninguna dedicada a Mozart, Beethoven, Shakespeare o Voltaire. En su lugar abunda el callejero de la infamia. Anacronismo que desde hace unas décadas se intenta remediar con una revisión histórica apenas comenzada y que recoge en las nuevas placas algunas muestras de la ilustración española y europea. Esta guía incluye también placas, hoy apenas percibidas, de momentos históricos de nuestras ciudades ajenas a la política o los militares, como la primera proyección de cine o el estreno del himno nacional vasco, amén de otras más recónditas de siglos pasados que ahora se ven con cierta ironía.


Boleras en Madrid: Desde que el entretenimiento doméstico es capaz de rivalizar en potencia audiovisual con lo que nos ofrecen cines, teatros y salas de conciertos, y mientras el ocio nocturno se ve indefectiblemente castrado por ordenanzas municipales cada vez más restrictivas, las boleras sobreviven como centros de ocio que (versiones virtuales para la tercera edad aparte) aún no han encontrado una contrapartida digna en el salón de casa. Los bolos siguen necesitados de un espacio amplio, con unas condiciones específicas, y sobre todo, con esa especie de aura de templo pagano que siempre ha rodeado a esta mezcla de deporte y pasatiempo para borrachos. Las boleras que sobreviven en Madrid conservan algo de esa rancia dignidad que las hace especiales, por encima de visitas escolares y parroquianos pintorescos.

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